
Ciento veinte días de conflicto generados a partir de un decreto justo y legítimo, millones de horas de TV, miles de blogs leídos con pasión, no quedó diario de la Argentina y el mundo sin revisar todos días. Transmisión en vivo y en directo de las sesiones de de HCdeDip. y de Senadores, aguantar incluso los discursos de Menem, de Rodríguez Saa, de Reutemann, de Romero , del socialismo que uno quería que ganará en Santa Fe, por que era una oportunidad histórica y blah blah blah; llegar hasta el final de la noche, el pedido de Cleto de un pase a Cuarto intermedio, para seguir a la mañana siguiente, retorcerse las tripas con la Estensoro apoyando el pedido de consenso, y de Rossi, el Senador por el Frente Nuevo Cordobés haciendose el estadista, los nuevos devaneos de Cobos, que eran demasiado increibles. El voto-traición.
Soñar con Cobos, toda la noche, una horrible pesadilla. Miles de horas de lecturas posteriores, de anonadamientos, de darle la vuelta a la cosa, de ver que ven los otros para ver si ven cosas que uno no ve.
Hoy releyendo una revista que suele acertar en casi todo lo que publica como título de tapa; me di cuenta que si ellos no lo sabían, ya estábamos muy mal, que qué quedaba para nosotros: si el pesimismo teórico y el optimismo práctico, o uno; u otro. El título lo dice todo, y es a pesar de todas las reflexiones que uno trata de llevar a cabo, una pregunta que a veces golpea demasiado profundo, demasiado existencial.
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